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Ser diabético de tipo 1 y viajar, ¿una locura? Para mí ¡claro que no! Al menos es mucho mejor viajar que aburrirse en casa. ¿Cuáles son los factores que nos impiden viajar? ¿Las inyecciones? Hoy en día gracias a las lapiceras eso no es más un problema. ¿Los horarios fluctuantes? ¿El restaurante todos los días? ¿Le parece que en casa tenemos una vida tan bien arreglada como un reloj suizo? ¿Acaso nunca salimos a comer afuera? Sin hablar de los que se ven obligados a  almorzar todos los días en una cantina por motivo laboral. No. Lo que nos impide viajar es el miedo. La culpabilidad taimada que nos imponen: si algún día llego a tener problemas, por ejemplo me quedo ciego o tengo problemas con los riñones, será por culpa mía. Será porque no me habrá cuidado lo suficiente como para evitarlo.

Puede sonar a extremista pero no lo es. Simplemente estoy cansado, por no escribir harto, de los médicos que me culpan por mi estilo de vida desde hace más de 25 años sin tener en cuenta lo que a mí me importa, lo que a mí me hace sentir bien. Esos médicos que no quieren entender que mi diabetes no anda peor cuando viajo. Al menos no está peor que cuando, por ejemplo, el estrés laboral me manda la glucemia a las nubes. ¿Acaso le reta un médico al estúpido que se rompe una pierna esquiando? ¿Le dice que hubiese sido mejor quedarse en casa en vez de arriesgar su vida en una actividad tan peligrosa como el esquí? No, me parece que no. ¿Entonces, por qué nos rompen los huevos a nosotros?

Para mí un diabético puede vivir como los demás, hacer las mismas actividades. Obviamente no podemos viajar sin tomar algunas medidas respecto a la diabetes, sin cometer algunos errores. Y si es verdad que he hecho tres cetoacidosis en mi vida -cuya una estuvo a punto de cobrarme la vida- fue en gran parte por culpa de los médicos que no me habían informado lo suficiente.

Para ser sincero,  si fuera tan sencillo viajar por un diabético ¿para qué armar este sitio?

Quizás porque la gente me mira a menudo como si fuera un bicho raro. Hay tantas fantasías sobre la diabetes y sobre todo tantas confusiones entre tipo 1 y tipo 2. Porque también en más de 25 años he encontrado una sola vez un DID 1 como yo. Sin olvidar que los médicos no parecen querer ayudarnos con ese tema del viaje. ¿Viajan ellos mismos?...Y por fin, como ya lo escribí, cometí algunos errores que me parece se pueden evitar fácilmente si uno está prevenido.

Me di cuenta leyendo la sección diabetes que escribí artículos bastante técnicos. De eso estoy contento. Pero a la vez no son muy divertidos si no es que son a veces casi deprimentes. Por eso creo necesario en esa presentación general insistir en lo bueno que es viajar. Repetir cuánto me gusta, cuánto me hace bien a la cabeza y en consecuencia a la diabetes. Para nada cambiaré una vida tranquila, arreglada de antemano sin problemas y con una diabetes bien equilibrada, sin riesgo de complicaciones por mis 20 años de viaje y sus dificultades. Dicho sea de paso,  viajar puede ser problemático para cualquiera. Lo único con nosotros los diabéticos es el tipo de problemas que podemos tener y en especial la cetoacidosis que es lo peor que nos puede pasar. En cuanto a este problema en particular, espero serles útil.

En resumen, además del placer que tendrán viajando,  descubriendo otros lugares, otras culturas, otra gente o cocina, aprenderán también a conocer mejor su diabetes y por lo tanto a manejarla mejor para que se convierta en aliada en vez de enemiga. Porque hay que admitir que a veces la diabetes me ayudó en cuanto a las relaciones con las personas. La gente nos mira al final con algo de simpatía, quiere conocernos, entendernos un poco, porque al fin y al cabo no somos seres corrientes.

Hay que decirlo con toda modestia pero con fuerza no somos ordinarios. Por eso digo ¡no esperemos más, banzaï, viajemos chicos!!

Presentación general
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